Conexión que desconecta
Desde el inicio de la pandemia tuvimos que aprender a adaptarnos y a enfrentar los cambios constantes que supone una situación como esta.
Una de las cosas que aprendimos rápido, fue que la tecnología nos puede ayudar a conectarnos con personas que están físicamente lejos. Esto se ha ido transformando en una arma de doble filo; por un lado ha hecho posible trabajar de forma eficiente, conectar con otros en tiempos de cuarentena, asistir a clases de manera remota, etc. Pero por otra parte, muchas veces se ha ido instalando el encuentro «online» como la principal forma de interacción. Tenemos la posibilidad de estar «conectados» 24/7, ya sea en un videojuego o en una video llamada laboral.
El encuentro con otros, la mirada y el cuerpo presente, permiten una forma de interacción mucho más profunda. Es en estas interacciones en donde se genera la posibilidad de una conexión real, en donde se pueda manifestar plenamente nuestro mundo emocional.
Detenernos un momento y compartir con alguien significativo se ha convertido en algo cada vez más difícil, sin embargo en esos encuentros aparece lo esencialmente humano; la conexión real con un otro.